domingo, 23 de enero de 2011

LENGUA/DIALECTO, UNA DICOTOMÍA NO ACERTADA.

        El profesor Francisco Moscoso presenta en el trabajo “La pentaglosia en Marruecos. Propuestas para la estandarización del árabe marroquí” algunas consideraciones sobre una posible política de estandarización del árabe marroquí partiendo de la situación lingüística que denomina pentaglosia, de la lengua árabe en Marruecos. Puesto que el árabe ceutí se encuadra en el tronco común del árabe marroquí, ofrecemos un fragmento de este interesante trabajo, que bien podría aplicarse al código lingüístico usado en Ceuta. En realidad, concluye Moscoso, la dicotomía lengua/dialecto no es acertada.

                                                          
Es obligado preguntarse: ¿Dialecto de qué? ¿Acaso entre el árabe estándar o moderno, incluso el árabe antiguo, y el árabe que se habla en Marruecos no hay tanta diferencia? ¿Se trata de una lengua, la culta, de la que deriva el árabe marroquí? En primer lugar deberíamos explicar y aclarar qué se entiende por dialecto y qué por lengua. Que es algo complejo, no cabe la menor duda, y de ello da prueba la situación lingüística de la lengua árabe. Veamos qué entiende por “dialecto” la Real Academia Española: “Sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco común”. Lázaro Carreter lo define así: “Modalidad adoptada por una lengua en un cierto territorio, dentro del cual está limitada por una serie de isoglosas”.


Por consiguiente, aplicando la definición de la RAE y la de este autor a la idea errónea que se tiene en relación a la lengua árabe, el tronco común o lengua sería el árabe clásico y el resto de registros árabes los dialectos. En cuanto a la definición de lengua, tomemos la ofrecida por Rodríguez: “Se habla de lengua, preferentemente, cuando los hablantes la sienten como diferenciada de otras y propia, como reconocida social y hasta políticamente, regularizada, poseedora de una literatura y de fronteras fijas y claras. A veces se habla, cuando faltan algunos de esos rasgos, de dialecto o de variante”. La segunda definición nos da la respuesta al porqué se ha considerado al árabe marroquí como dialecto entre los arabistas. La única razón es el hecho de que no ha sido reconocida oficialmente, ya que sí posee una literatura, aunque sea oral en muchos casos, y está diferenciada suficientemente del árabe clásico y de otros registros árabes. Por consiguiente, creemos que no es acertado establecer la dicotomía “lengua árabe” (moderna, estándar o clásica) - “dialecto árabe marroquí”.

Moscoso García, Francisco (2010). "La pentaglosia en Marruecos. Propuestas para la estandarización del árabe marroquí". Miscelánea de estuios árabes y hebraicos. Sección Árabe-Islam. Vol. 59 (2010). ISSN 0544-408X, p. 45-61.

miércoles, 12 de enero de 2011

El dialecto árabe de la Ceuta medieval

"El dialecto árabe que se hablaba en Ceuta en época medieval data de la primera arabización del mundo arabófono occidental.

(…) La arabización de Ceuta se produjo en dos fases. La primera, que tuvo sólo ligeras consecuencias de tipo lingüístico, se produjo con la llegada de los primeros descendientes de Idris I a la región más septentrional a finales del siglo VIII. La segunda fase, y la más decisiva para el futuro de la ciudad, comenzó cuando el califa de Córdoba decidió, en el año 931, conquistarla y anexionarla al territorio andalusí para plantar cara al poder fatimí que ejercía gran influencia en la región norteafricana.

En este contexto socio-político, podemos suponer que Ceuta llegó a estar considerablemente influida por la sociedad andalusí, tanto desde el punto de vista lingüístico, como desde una perspectiva cultural, política y, de manera más general, en casi todas las facetas de la vida cotidiana.

De esta manera, y según H. Farhat, la población indígena adoptó muy temprano la lengua árabe renunciando paulatinamente a su propio dialecto bereber que era la lengua autóctona. Como cabe suponer, la lengua vernácula que se extendió entre los habitantes ceutíes de la época era el dialecto andalusí, una lengua que al llegar a las costas norteafricanas ejerció una influencia considerable sobre los dialectos árabes del otro lado del Estrecho, situación que ha perdurado durante muchos siglos llegando incluso a la época actual.

(…) Así las cosas, podemos suponer que el dialecto árabe ceutí provenía de una variedad del grupo dialectal andalusí que habría llegado a la ciudad a partir del siglo X. Precisamente, un periodo en el que se ha establecido el comienzo de una etapa de monolingüismo árabe en Alandalús, a la que se llegó tras un lapso de tres siglos de bilingüismo árabe andalusí-romandalusí.       

causa de esto, esta variedad ceutí estaba probablemente muy cerca de la coiné andalusí, formada a partir de las diferentes hablas árabes llegadas a la península tras un proceso de homogeneización y estandarización de la lengua. Una evolución producida siguiendo las directrices del poder político instalado en Córdoba que generó un estándar más o menos unificado y prestigioso con la consiguiente desaparición de algunas variantes muy locales. También debemos contar con el orgullo de los andalusíes hacia su lengua vernácula, la cual alcanzó incluso el estatus de lengua literaria, como podemos comprobar en la poesía estrófica."

Vicente, A. (2008). Ceuta: una ciudad entre dos lenguas. Ceuta: Instituto de Estudios Ceutíes, pp. 65-66.

viernes, 7 de enero de 2011

ÁRABE Y COMPLEJOS

Hace unos meses Juan Luis Aróstegui publicó en los medios de comunicación locales un artículo que hemos anexado en el apartado "Te interesa leer" y del que ofrecemos aquí un fragmento:

      "El uso del árabe en Ceuta es una realidad indiscutible que hay que aceptar con naturalidad. Y que es preciso normalizar haciendo compatible el derecho de los individuos a expresarse en su lengua materna, con el respeto a las reglas de convivencia que establece nuestro cuerpo legal.
     Una de las derivaciones más nocivas de esta anomalía es su incidencia en el ámbito docente. El fracaso escolar en Ceuta es escandaloso. Es cierto que los factores que influyen en este hecho son variados y están interrelacionados, siendo muy difícil determinar la proporción en la que contribuye cada uno de ellos. Pero esto no debe servir de excusa para justificar la inacción, porque lo que también es incuestionable es que la dificultad en el manejo del idioma perjudica decisivamente el proceso de aprendizaje. Es muy complicado transmitir conocimientos desde la incomunicación. La fractura intelectual se ensancha a medida que aumenta el nivel de abstracción de los conceptos impartidos. En educación secundaria el fracaso es casi obligatorio.  
       Esta situación no es excepcional en nuestra Ciudad. El alumnado que tiene el árabe como lengua materna, y se desenvuelve en español con limitaciones, es ya mayoritario entre la población escolar de educación primaria (en muchos centros el cien por cien). El árabe ya está en las escuelas. Se oye en los pasillos, en los recreos, en las clases... Pero no existe para la política educativa. Para el poder establecido, garante de una ideología inquisitorial y retrógrada, se trata de un problema particular de los individuos afectados, que tienen que corregir por su cuenta y por “su bien”. Estamos cometiendo, o tolerando, un acto de irresponsabilidad cruel e injusta. No se puede culpabilizar ni condenar a un niño de tres años por hablar como le dicta su instinto. 
     En realidad es una patología del sistema educativo que tenemos la obligación moral de abordar de manera inaplazable. Dejando al margen sus connotaciones políticas. Es un gravísimo error utilizar el árabe en los colegios como un arma arrojadiza de doble dirección. No se puede interpretar ni como una derrota por unos, ni como una conquista por otros. Porque esta superflua diatriba termina sacrificando a miles de inocentes. En primer lugar, la pedagogía debe ofrecer un diagnóstico rigurosamente científico del modo en que el uso del árabe como lengua preferente por parte del alumnado, contamina los procesos de enseñanza aprendizaje; y proponer, en consecuencia, un elenco de alternativas posibles para superar las deficiencias halladas. 
     Sólo a partir del conocimiento de los aspectos técnicos de la cuestión debe abrirse el correspondiente debate político, sopesando la idoneidad y oportunidad de cada una de las estrategias propuestas. Sin apriorismos. Situando los derechos que asisten a los ciudadanos como irrenunciable epicentro de las decisiones. Y desde la plena convicción de que igualdad y diferencia son conceptos hermosos cuando se fusionan inteligente y generosamente".